Una persona con adicción no necesita que una situación suceda para consumir, sino que cualquier circunstancia es ideal para consumir.
Pero sí que es verdad que hay ocasiones, ambientes y entornos que potencian en una persona con adicción la posibilidad de que consuma en ese momento.
Estas situaciones no son para todas las personas con adicción iguales, es decir, cada enfermo reacciona de una forma diferente delante de un mismo estímulo, por lo que alguien puede llevar a consumir delante de unas circunstancias que otra persona con la misma adicción no reaccione igual.
Si es verdad que aunque cada persona y su adicción son diferentes, hay unos patrones que se repiten, ya no a nivel físico, dado que cada sustancia provoca reacciones físicas diferentes, sino a nivel psicológico y social.
Las reacciones físicas suelen llevar a motivaciones experimentales, es decir, la persona con adicción busca en esa situación experimentar nuevas sensaciones, sentir extinción, y/o placer, diversión, etc., cada sustancia produce sensaciones diferentes sobre la persona con problemas de adicción.
Si no es para experimentar, dentro de las reacciones físicas puede suceder el consumo en situaciones contrarias, es decir, que la persona con adicción busque apaciguar alguna de las sensaciones o situaciones como por ejemplo los nervios, el dolor y el insomnio.
Como hablábamos al principio, en los efectos físicos, según la persona con problemas de adicción y la sustancia, percibe efectos diferentes, pero siempre, en todos los casos, se consume en estas situaciones para recibir un estímulo en forma de recompensa.
En el caso de las reacciones psicológicas y sociales llevan a motivaciones sociales fruto de estímulos relacionados con la mente de la persona con adicción. Son personas que para no enfrentarse en situaciones personales o sociales “difíciles” buscan evadirse con la sustancia a la que tienen adicción.
Otra circunstancia movida por motivaciones personales en la que pueden consumir las personas con adicción es cuando buscan sensación de liberación o de rebeldía, para sentirse contra el mundo capaz de todo.
